Las tareas de cuidador informal implica tomar precauciones para estar mentalmente preparados para no caer en el síndrome del cuidador.
En nuestro país, debido a las nuevas circunstancias socioeconómicas, ha aparecido una nueva figura relacionada con los cuidados a personas dependientes. Se trata del cuidador informal, uno de los sectores más olvidados en nuestra sociedad.
En España, de cada 5 personas dependientes que necesitan cuidados especiales, sólo 1 está en una institución y el resto normalmente lo asume un familiar. Estas personas dependientes no son sólo personas mayores como antes se creía. Son disminuidos psíquicos, físicos, personas con problemas sensoriales y, cada vez con mayor frecuencia, son personas más jóvenes que padecen algún tipo de enfermedad degenerativa o que han tenido algún tipo de accidente.
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En la mayoría de casos, el cuidador que se ocupa de esta situación no es profesional de la atención sociosanitaria, sino un familiar o una persona cercana que se hace cargo de esa circunstancia. Este rol, normalmente, recae en las hijas y en las esposas. Ellas, junto a otros familiares, se encargan de cuidar a personas dependientes en sus ratos libres. Y lo hacen altruistamente, aunque sin formación ni preparación previa.
El cuidador informal presta cuidados al enfermo dependiente las 24 horas del día, los 365 días del año, sin descanso y de una forma totalmente altruista. Si algo define a este cuidador, es el amor y la paciencia con la que afronta esta situación. Y, además, siempre lo realiza caritativamente.
Cuando un familiar asume el cuidado de una persona dependiente se enfrenta a un importante reto. Va a implicar una dedicación exclusiva de la persona y, probablemente, no siempre conlleva el componente vocacional tan estrechamente ligado a las profesiones de ayuda; eso, a su vez, puede llevar a dicha persona a ser más vulnerable al agotamiento, la ansiedad, la depresión, el aislamiento y los sentimientos de culpa entre otros problemas. Como consecuencia de la convivencia entre el cuidador y la persona dependiente, habitualmente todos los ámbitos de la vida del cuidador se pueden ver afectados.
Todo esto lleva a los cuidadores a una situación de estrés, ya que sin ningún tipo de formación y prácticamente sin apoyos, son ellos los que tienen que realizar como pueden actividades, muchas de ellas complejas. Surgen muchas preguntas, tales como si lo estarán haciendo bien, si la persona a su cuidado estará bien o no, creando una situación de incertidumbre casi permanente.
Es muy difícil vivir en estas circunstancias, por lo que el cuidador puede sentir en ocasiones sensación de tristeza, apatía, desesperación, ansiedad, etc. El cuidador debe tener claro que la tarea del cuidado es muy dura y con frecuencia se prolonga en el tiempo. Tarde o temprano es muy difícil que no surja el síndrome del cuidador, por lo que hay que estar pendiente de los síntomas.
Los cuidadores tienen que cuidarse, recomendamos seguir estos consejos para cuidadores o bien contratando ayuda o pidiéndola a las instituciones, a las asociaciones y a las fundaciones ya que van a recibir un apoyo enorme. Y, ante todo, no dudar en recibir apoyo psicológico en caso necesario.
Es recomendable que los cuidadores de personas dependientes cuenten con la ayuda de los cuidadores profesionales, de manera que los guíen y les ayuden con algunas tareas. Este hecho facilitaría las estrategias de afrontamiento, de autocuidado, de motivación o de autoconocimiento. Es importante tener en cuenta que sin estas estrategias no podemos dar el mejor cuidado al dependiente. Como en la primera regla de primeros auxilios, lo primero que hay que asegurarse es que uno está a salvo. A partir de ahí, una vez empecemos a cuidarnos nosotros, es cuando podremos empezar a cuidar de los demás y evitar el síndrome del cuidador quemado.
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