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“El modelo de atención centrado a la persona nos ayuda a entender mejor las necesidades de cada residente”

David Cabrero, director de la Residencia de Ancianos San Jerónimo de Estella, relata como ha vivido este año de pandemia. “No sé si me vas a escuchar muy bien, estoy dándole el biberón a mi hijo, quizás escuches algún ruido de fondo, pero me pongo los auriculares y hacemos la entrevista”, fueron las primeras palabras con las que David Cabrero del Amo, director de la Residencia de Ancianos San Jerónimo de Estella, recibió a Familiados.

Ha pasado ya más un año desde que el Covid·19 irrumpió en nuestras vidas y agitó nuestra idiosincrasia como una tormenta perfecta, sin precedentes. Durante este tiempo las residencias para personas mayores han estado en el ojo del huracán, con un constante reguero de noticias negativas, que en muchos casos han enturbiado el pacífico ambiente que se vive en ellas. “Ha sido un año en el que todas las personas hemos tenido que adaptarnos a lo que nos ha venido. En nuestro caso hemos decido trabajar desde un modelo de atención centrado a la persona. De esta forma podemos conocer mejor a las personas residentes, sus intereses, sus preferencias… esto nos ayuda a entender mejor las necesidades de cada persona”, reconoce David Cabrero.

«Esta metodología de trabajo, basada en la participación y la libertad en la toma de decisiones, viene motivada por el cambio que se está produciendo en la sociedad. “Queríamos modificar ese modelo paternalista que conocíamos hasta ahora. Dar cabida a un modelo en el que la persona decida como quiere vivir y de que manera”, destaca el máximo responsable de la Residencia de Ancianos San Jerónimo de Estella.

Este modelo de participación ha sido acogido de una forma muy positiva por los residentes, que ven como pueden tomar sus propias decisiones en la convivencia del día a día. “Los residentes están más activos, su participación en las actividades es muy positiva. Esta libertad en la toma de decisiones ha hecho mejorar su calidad de vida”, añade Cabrero.

Un año de tormenta perfecta

Las residencias tuvieron que reinventarse y capear el temporal ante una situación sin precedentes. “Echando la vista atrás, ha sido un año que ha pasado muy rápido. El primer recuerdo que tengo es que ese día, le di muchas vueltas a la cabeza. Llegue a la conclusión de que debía proponer al personal de la residencia que nos confináramos con las personas residentes. La plantilla profesional aceptó de buena manera y las personas mayores se sintieron muy protegidas”, recuerda David.

La fuerte apuesta por el confinamiento en la residencia dio sus frutos, a nivel laboral, pero sobre todo a nivel personal. “Fue una convivencia muy enriquecedora, crecimos mucho a nivel personal y las familias de las personas que atendemos nos lo agradecieron mucho”, señala el director de la residencia.

Dos meses de confinamiento y un año de turbulencias dan para mucho. Sobre todo, para reflexionar y pensar en que nos hemos equivocado y hacia dónde queremos ir. “Cuando la desescalada, allí por el mes de abril, pensé que a raíz de todo lo que habíamos vivido, la sociedad adoptaría una postura más tolerante, solidaria y respetuosa, pero desgraciadamente no ha sido así. Seguimos igual, aquí impera la ley del sálvese quien pueda”, reflexiona David Cabrero.