El trabajo de cuidador o cuidadora es sumamente enriquecedor pero, al mismo tiempo, esclavo y agotador. Es difícil mantener la cabeza sin ruido de fondo, ya que siempre le estás dando vueltas a todo lo que tienes que hacer. La responsabilidad como cuidador es muy alta, y algo que a pesar de que no lo notes al principio puede acabar pasando factura en el futuro si no logras encontrar la manera y el tiempo para ser feliz. ¿Y cómo puedes ser feliz? No dejando que la labor como cuidador te quite de golpe y plumazo todas esas cosas que te hacen sentir bien.
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Cuidadores felices, pacientes felices y bien atendidos
No es ningún secreto que las personas sacamos la mejor versión de nosotros mismos cuando todo en nuestra vida está en orden y no tenemos preocupaciones. La tarea de cuidador, por norma general, suele dar un giro de 180 grados a nuestra vida al principio. Y muchas veces, sin darnos cuenta, la mejor versión de nosotros mismos se ve relegada por otra menos amigable y más irascible. La falta de sueño, aumento de responsabilidad, ausencia de tiempo de ocio, comida menos saludable… muchos son los factores que se unen y que boicotean el estado anímico.
Para atender bien a tus seres queridos primero debes conseguir estar bien y evitar por todos los medios el síndrome del cuidador. Una vez lo consigas, verás que te sientes con más energía e ilusión para afrontar tu tarea como cuidador. Y ese cambio emocional se reflejará en tu atención, en tu lenguaje verbal y no verbal, en tu empatía y paciencia. A continuación te explicamos cuáles son las claves para ser feliz como cuidador:
Desahogarse es necesario
Llorar o desahogarse no es malo, ni tampoco signo de debilidad o de tristeza. Es un mecanismo como otro cualquiera para ayudarte a seguir adelante con más fuerza. Por tanto, para ser feliz no debes guardarte tus sentimientos para ti. Es mejor airearlos, ya sea con amigos o familiares con confianza o si es necesario con algún psicólogo.
Cuanto más conozcas tu labor, menos ansiedad
Cuando no sabemos bien lo que hacemos todo son dudas e inseguridades. De igual modo, el tiempo que perdemos en llevar a cabo las tareas que no controlamos crece exponencialmente. En este sentido, cuanto mayor conocimiento tengas sobre el cuidado que debes realizar, más fácil te va a resultar. Y, como consecuencia, cuanto más sencilla te resulte la tarea menos ansiedad vas a tener a la hora de cuidar.
Fomentar la independencia del paciente
Algo muy común en los cuidadores es querer hacerlo todo. Es verdad que cuando la responsabilidad cae sobre ti es normal querer hacerlo tú para que todo salga bien. Pero muchas veces nos olvidamos que hay otra persona al otro lado que te puede ayudar. Así es, la persona a la que cuidas es capaz de hacer más cosas de las que crees. Es, por esta razón, por lo que en la medida de lo posible debes fomentar su independencia. Para ello involucra al paciente en la toma de decisiones y anímale para que te ayude con las tareas sencillas. Esto te ahorrará tiempo, quebraderos de cabeza y te notarás más descansado.
Los logros por encima de los fracasos
Es muy fácil caer en la culpa cuando hacemos algo mal o las cosas no salen tan bien como queremos. Las personas tendemos a culparnos y a ver siempre el vaso medio vacío. Esta inercia es algo que debemos evitar, ya que hay que poner los logros por encima de los fracasos. Mantén una actitud positiva y celebra cada avance por muy pequeño que sea.
Delegar no es signo de debilidad, es signo de madurez
Si antes hemos hablado de cómo fomentar la independencia del paciente puede ayudarte a tener menos trabajo, ahora es el turno de saber delegar las tareas en otras personas. Pensar que puedes llevar cualquier carga sobre tus hombros no es sano. Saber dónde están los límites denota madurez, así que pide ayuda cuando la necesites. Lo puedes hacer a familiares y amigos, pero no te olvides que también existen empresas de cuidado de personas como Familiados que te ayudaremos para que tanto tu vida como la vida de la persona que cuidas habitualmente sea mejor. Y, por consecuencia, más feliz.
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