Han sido dos meses largos de confinamiento, un hecho sin precedentes. Muchas horas de trabajo, sacrificio y paciencia. Mucha paciencia pero en las residencias de Navarra, tanto sus trabajadores como sus residentes empiezan a ver la luz al final del túnel. No solo la luz, empiezan a ver a sus familiares, a recuperar los paseos y a volver a sentir que todo comienza a ser como antes.
Situada frente al campo de fútbol San Francisco, de la Peña Sport en Tafalla, en la Residencia Nuestra Señora de la Caridad se respira otro ambiente. Comienzan a verse las primeras sonrisas de los residentes, las primeras visitas familiares y las lágrimas, pero esta vez de alegría. «Tengo muchas ganas de darle un abrazo a mi nieto y a mi nieta y también a mi hijo. De momento no puedo, pero por lo menos puedo verlos de cerca y ver que están bien, esperemos que pronto podamos abrazarnos», afirma Mari Carmen muy emocionada.
Las trabajadoras de la residencia también respiran más tranquilas, al ver que han superado con creces uno de los momentos profesional y personales más complicados de la sanidad en España.
«Hemos vivido el confinamiento con bastante agobio y estrés, sobre todo al principio. Cuando aprendimos a manejarnos mejor en la situación fue más llevadero. Por suerte no hemos tenido ningún caso positivo por coronavirus, así que en ese sentido estamos muy satisfechas», destaca Tamara, enfermera.
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Un hecho sin precedentes
Nunca antes en España se había vivido una circunstancia como la vivida con el coronavirus. Sin precedentes a los que agarrarse, el personal sanitario a tenido que tirar de vocación y muchas horas de trabajo para salir de esta complicada situación. «Nunca habíamos vivido una situación como esta. Ha sido algo sin precedentes. El único recuerdo que tengo de algo extraordinario que nos ha tocado vivir fue el atentado fallido de ETA en 1987 en el que dos etarras murieron cuando estaban manipulando un artefacto en el interior del coche», reconoce Charo, enfermera con una trayectoria de 39 años de experiencia en la residencia.
Pese a solventar esta situación con nota, en la Residencia Nuestra Señora de la Caridad denuncian el pésimo trato generalizado que han recibido las residencias por parte de los medios de comunicación. «En los medios de comunicación se ha dado una imagen de las residencias que no es la verdadera. Se nos ha tratado como el patito feo. Las residencias son centros donde viven y conviven muchas personas, no somos hospitales. Creemos que desde el Ministerio de Sanidad debería haber más implicación con las residencias», declara Cristina, directora de la residencia.
Un reconocimiento necesario
Situados en el centro del huracán, nuestros mayores han sido los que más han sufrido esta situación. Viéndose día tras día en el telediario, sintiéndose vulnerables y sabiendo que otros compañeros de otras residencias estaban perdiendo la vida, ellos han sido un ejemplo. «Los residentes han sido los grandes héroes de esta situación. Les íbamos explicando cuál era la situación, las pautas, el lavado de manos.. A muchos ellos se les olvida. Preguntan por qué no vienen a verlos sus familiares. Han sufrido, han vivido momentos de tensión, pero lo han sabido llevar muy bien», destaca Tamara.
«Hemos estado haciendo videollamadas todos los días. Ahora que la vemos en persona por primera vez tras tres meses, hemos visto el deterioro físico y mental que ha sufrido. Ha sido un bajón verla así, pero a pesar de todo estamos muy contentos de que esté viva. Ha sido una tranquilidad terrible llamar y que te digan que la cosa está bien», reconocen Amaia y María Jesús, nieta e hija de unas de las residentas del centro.
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