El tiempo es el motor de la vida. Si quieres ser una buena cuidadora, resérvalo para ti y disfrútalo.
Una de las tareas más importantes de los cuidadores, pero que a menudo olvidamos, es la de cuidar de nosotros mismos. Nuestra salud física, emocional y mental de una cuidadora es esencial para el bienestar de la persona que vamos a cuidar. Es por esta razón por la que, para ser una buena cuidadora, antes hay que encontrar las herramientas adecuadas para cuidarse a una misma.
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Para convertirte en una cuidadora más eficiente es vital que cuides tanto tus propias necesidades físicas como tu salud emocional. Asimismo, dormir y descansar es fundamental. La falta de sueño derivada por adaptarse a las necesidades de los pacientes provoca fatiga, causando irritabilidad, falta de atención, etc… Por ello es necesario, en la medida de lo posible, intentar echarse siestas cortas durante el día.
Realizar ejercicio físico ayuda a minimizar las tensiones diarias y a encontrarse con más fuerzas, sintiéndose mejor. El ejercicio va unido a la relajación. Aprender a relajarse es esencial para la salud física y mental, y actividades como la meditación o el yoga son idóneas para ayudar a la cuidadora a conseguir un equilibrio psicológico y físico. Estos ejercicios de relajación son técnicas contrastadas con las que se pueden eliminar en gran parte la sensación de estrés o tensión.
Considera la posibilidad de buscar ayuda con las responsabilidades de cuidado de un paciente. Sin darte cuenta, puede que adquieras signos de estrés y es vital reconocerlos a tiempo. Habla con tu médico o un psicólogo si tienes problemas para sobrellevar tus emociones.
Los cuidadores están obligados habitualmente a cargar con el peso del familiar. Para evitar lesiones, es conveniente recibir formación sobre cómo levantar peso de una manera en la que protejamos nuestro cuerpo, principalmente la espalda. Otras de las facetas que debemos cuidar son la alimentación y disfrutar del ocio. Llevar una dieta equilibrada prepara a nuestro cuerpo física y psicológicamente, y si lo integramos con el ocio entonces mejoraremos nuestra calidad de vida.
Cuidar a una persona no es sólo atender físicamente. Las personas somos seres sociales pero no hay que olvidar que necesitamos de intimidad. Es por esta razón por la que también debemos aprender a respetar el espacio de la persona a la que cuidamos. Crear espacios personales incentiva el hecho de conocernos mejor, viendo así las necesidades de cada uno. Esto afecta positivamente a encontrar un buen equilibrio entre nuestra instrospección y nuestra faceta social.
Y siempre busca tiempo para ti, no solo para los demás, tiempo para estar solo o con la compañía que elijas, tiempo con el que eliges qué hacer, con quién y cómo y tiempo para ocuparte de tus cosas.
Ser capaz de prestarse atención a uno mismo es requisito previo para tener la capacidad de prestar atención a los demás; sentirse a gusto con uno mismo es la condición necesaria para relacionarse con otros. (Erich Fromm)
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