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Vida solo hay una

Vida solo hay una. Es misteriosa, sinuosa por momentos, agradecida cuando alimentamos sus ganas de seguir creciendo. Una sonrisa es el combustible que le hace falta para echar a andar, para saber que, más allá de la palabra, es el lenguaje universal con el que poder comunicarnos salvando cualquier tipo de barrera. La sonrisa nos abre las puertas del corazón de una persona hasta entonces desconocida, y es esa sonrisa la llave para no sentirnos solos, para ayudar a alguien que necesita nuestro apoyo.

Vida sólo hay una. Sí, es cierto, tan cierto como lo es el hecho de que si no nos lo proponemos acabamos por olvidarlo. Dejamos sonar las agujas del reloj mientras, a la distancia, gotean las arenas del tiempo. A veces nos olvidamos de nuestra vecina, de nombre felicidad, quien nos observa desde la ventana con ojos tristes mientras enhebra una aguja. A veces hay que saber parar y girar la cabeza hacia esa vecina, sosteniendo aquella maravillosa mirada labrada a base de alegría contenida.

Vida sólo hay una. Y da muchas vueltas. Y a veces nos toca estar a un lado de la barrera y en otras ocasiones vivir esa vida desde el lado opuesto. La vida, al fin y al cabo, es un espejo que refleja las necesidades que nos hace ser humanos. Cuesta admitirlo, pero todos precisamos de ayuda en muchos momentos. Y, al mismo tiempo y de manera recíproca, también necesitamos ayudar a otras personas. Nos hace sentir vivos, valiosos, útiles en una sociedad que a veces tiende a olvidarse de los olvidados.

Vida sólo hay una, y nosotros somos de los que queremos vivirla en familia. Contigo, porque no puedes valerte para cocinar por ti mismo. También contigo, que esperas con la pierna escayolada a que alguien te eche una mano con la compra y con tu aseo personal. No nos olvidamos de ti, que requieres controlar la medicación pero tu mente se despista a veces. Ni de ti, que tienes un familiar con discapacidad y requieres a un cuidador profesional a tu lado. Y, por supuesto, queremos vivir contigo, que la adversidad ha llamado a tu puerta y lo que más necesitas es una voz amiga con la que poder hablar, con la que poder pasar la fría noche de un hospital con una sonrisa de agradecimiento.

Porque vida sólo hay una. Y en familiados te ayudamos a disfrutarla de principio a fin.